Saludos aventurer@s. Como os prometí, aquí está la segunda entrega de la Saga del Enano Errante con la continuación que vosotros elegisteis. Os publico también la encuesta para que elijáis la opción que queráis para continuar este nuevo relato hasta la semana que viene. Sin demorarme más, aquí os dejo la nueva entrega:
TRAS EL RASTRO
Barzin bajó la ladera de la montaña torpemente, más que
de costumbre, hasta que alcanzó el escudo y se lo colgó a la espalda. Revisó
mentalmente si se había olvidado algo más en el campamento y se dirigió a la
pequeña aldea que había más abajo en el valle, mientras la cabeza se le
despejaba gradualmente con el aire puro de las montañas. Iba pensando en cómo
se había visto envuelto en semejante embrollo:
— Es
que todavía no lo entiendo... ¿Cómo coño pueden perderse seis Enanos, digo más,
cómo pueden perderse esos seis? — dijo Barzin tirándose de los bigotes
desesperadamente.
La ladera de la montaña no era especialmente empinada,
pero sí es cierto que Barzin era torpe en el descenso, y mientras pensaba en
sus compañeros ya había bajado la montaña y el sol se estaba poniendo. Se
encontraba a las puertas de la aldea, si se las podía llamar así: una pequeña
caseta de madera servía de cobijo al que estuviera montando guardia, y una
empalizada de troncos no más alta que él rodeaba el asentamiento. En ese
momento había un miliciano sentado en la caseta, y otro de pie hablando con él,
y al ver a Barzin los dos salieron a cortarle el paso:
— Buenos
días tengáis, señor Enano, ¿qué os trae a esta aldea? — le dijo el que estaba
sentado sonriendo.
— ¿Pero
qué coño dices? — le contestó Barzin indignado. — ¿Acaso estamos en la corte de
una princesita? ¿Me has visto cara de damisela?
— Enano,
si no vienes a nada más que a buscar problemas, te sugiero que te des la
vuelta, aquí no te queremos — dijo el segundo miliciano sujetando la alabarda
en gesto amenazador.
— Escúchame,
cagada de nurgot. He echado escupitajos que me inspiraban más respeto y temor
que tú. Muy pocos se han atrevido a amenazarme, todos grandes guerreros, y tú
no pareces ser uno de ellos. Ahora te ofrezco dos opciones: puedes apartarte de
mi camino y dejarme en paz, o puedes seguir ahí parado y esperar a que te haga
tragar tus putos dientes. Elige. Y a ti te digo lo mismo — le dijo al otro
guardia.
Los dos guardias se miraron y el primero negó con la cabeza,
dando a entender que no merecía la pena buscar problemas, y menos con un Enano
de aspecto tan fiero como Barzin. Se apartaron uno a cada lado y le
flanquearon, saludando con una inclinación de cabeza:
— Vaya
par de nenas. Antes os hacían más duros — dijo Barzin riéndose a la vez que
pasaba entre ellos para entrar en la aldea.
Barzin Mjordinsson tenía claro que su primera parada
sería la taberna de la aldea por dos motivos: porque ése sería el lugar más
apropiado para encontrar información y porque quería un trago. No tuvo que
buscar muy concienzudamente, pues la taberna era el edificio más grande de la
aldea, mucho mayor que la propia capilla, lo que hacía pensar que el alcohol
era el dios que se veneraba allí:
— Si
no son tan gilipollas como los de la entrada, creo que me llevaré bastante bien
con esta gente. Veamos si tienen algo de badrul — Barzin ya se estaba frotando
las manos.
El Enano por fin estaba en el umbral de la taberna “El
Oso Durmiente”. Empujó la puerta y se reconfortó con el ambiente que le hacía
estar como en casa: el calor de la chimenea que caldeaba el ambiente, y el olor
a cerveza y a jabalí asado se condensaba en la sala, y le recibió con una suave
caricia que él inhaló profundamente:
— ¡Por
Kolgriden! Esto es el paraíso al que quiero ir después de morir, bañarme en una
enorme cisterna de badrul y bebérmela después — Barzin estaba emocionado.
El ambiente no podía ser de lo más variado: bárbaros de
la tundra estaban recostados bebiendo y apoyados sobre sus hachas, corsarios
del hielo tenían muchachas sentadas en sus rodillas mientras cantaban
obscenidades, e incluso había un hombre-tigre devorando un jabalí en una
esquina. Los hombres-tigre, conocidos como kugran, no eran frecuentes salvo en
los campos de batalla como mercenarios. Eran clanes que vivían en cuevas en los
picos más altos de la cordillera y eran muy aislacionistas, pero allí había
uno, era muy raro. Barzin dejó de pensar en trivialidades y se entregó a sus
instintos:
— ¡Camarera!
¡Una jarra de cerveza para ir calentando y un pollo asado! Tengo oro y no
quiero esperar, ¿entendido? — gritó felizmente y buscó asiento cerca de la
chimenea.
— Ya
mismo voy — escuchó decir a una mujer que no alcanzó a ver porque la taberna
estaba abarrotada.
Barzin Mjordinsson se sentó en una mesa que estaba pegada
a la pared, así podría recostarse sobre la misma pared al calor del fuego. Dejó
la pistola en la mesa, a mano y fuera del alcance de cualquier otro, y dejó su
hacha apoyada de pie contra la mesa, lista para cogerla si había problemas. No
pasó mucho tiempo hasta que vino la camarera para tomarle nota, y Barzin se
llevó una grata sorpresa:
— Buenas
noches, maese Enano, ¿qué le sirvo? — le dijo la camarera, una joven de
cabellos rojos como el fuego y ojos azules.
— Hola,
preciosa. Quiero una jarra de cerveza y un pollo asado... aunque con una de
esas pechugas también me conformo ¡Ñam! — concluyó la grosería lanzando un
bocado al aire.
— Me
temo que repito demasiadas veces que yo no entro en el menú — estaba claro que
la chica estaba molesta, pero estaba acostumbrada a oírlo tan a menudo que le
restaba importancia.
— Pues
es una pena, porque tengo dos coronas que me sobran para una chica tan linda
como tú — y Barzin mostró dos monedas de oro. — Vas a disfrutar ganándotelas,
preciosa.
— Repito
que no estoy en el menú. Sólo soy camarera, no acompaño... hombres, y mucho
menos Enanos... — ahora sí estaba visiblemente molesta, e hizo una mueca de
asco.
— ¡Vaya!
No hay nada que me ponga más a tono que un comentario racista, ¿y sabes por
qué? — y Barzin le hizo un gesto de que se acercara, y ella lo hizo. — Porque
así les demuestro que tengo algunas partes de mi cuerpo que no van en
proporción con mi talla. Je, je, je — Y Barzin le guiñó un ojo.
— Antes
me acuesto con un poni que tengo en el establo — dijo ella hiriente.
— Nena,
has perdido todo el encanto. Aunque soy un hombre generoso, así que si cambias
de idea, mi hacha estará afilada para ti.
Después de esperar una media hora vio venir por fin a la
camarera con la cerveza y el pollo, así que se frotó las manos. Cuando la
camarera le sirvió la comida sólo dijo una palabra:
— Asesino
— dijo en un susurro apenas audible.
Barzin levantó la mirada horrorizado y la vio con un
rostro fantasmagórico, de piel violácea, ojos rojos y dientes afilados como
cuchillas. Le miraba con un gesto feroz y una sonrisa diabólica. Barzin cogió
la pistola, agarró al demonio por el cuello y le apuntó a la cabeza:
— ¡Otra
vez! ¡Pero no me cogerás! ¡Te mandaré al infierno antes, hijo de puta! ¡Despídete!
— Barzin estaba desencajado por la furia y el miedo.
Pero antes de que apretase el gatillo, tres hombres se
abalanzaron sobre él y lo redujeron. Barzin se sintió despertar de un sueño y
vio a la muchacha en el suelo aterrorizada, y los tres hombres empezaron a
machacarle a puñetazos y patadas. Finalmente lo sacaron de la taberna con un
empujón y acabó en el barro:
— ¡Y
no vuelvas por aquí! Eres una mierda de goblin, maldito cabrón — dijo un enorme
khazar rubio.
Barzin se recompuso y pensó en qué había podido pasar,
porque casi manda al otro mundo a esa chiquilla. Se levantó, se limpió el barro
y se dispuso a enmendar el entuerto. Abrió la puerta y entró con paso firme, se
dirigió sin vacilar hasta donde estaba el khazar rubio y le pegó un puñetazo
terrible que lo aturdió. Le cogió de la melena con firmeza y le golpeó tres
veces la cara contra la mesa, destrozándole la nariz y algún que otro diente,
después le lanzó al suelo y le escupió:
— ¡¿Alguien
más tiene algo que decir?! — bramó el
Enano. — Si alguien tiene algún problema, ¡que lo diga ahora!
Toda la taberna se quedó completamente en silencio,
temerosos de que el Enano descargara su furia también contra ellos. Barzin miró
en todas direcciones y al no ver ninguna reacción, se dirigió a la muchacha y
le lanzó diez monedas de oro:
— Con
eso cubrirá la cena y el disgusto. Discúlpame muchacha, hoy es que tengo un mal
día — dijo Barzin apenado.
Barzin recogió todas sus cosas y salió cabizbajo de la
taberna, por la pelea y porque no había conseguido averiguar nada sobre sus
camaradas, así que decidió que se marcharía de ese pueblo y se encaminó de
nuevo a las montañas. Ya había entrado la noche y la única luz eran las
antorchas dispuestas a lo largo de la calle, que le permitieron distinguir en
la entrada una silueta envuelta en una túnica y con la capucha calada, más o
menos de su altura, que le habló:
— Si
buscas a seis Enanos, yo te puedo decir dónde están. Te espero en dos horas en
la Loma Desnuda — y desapareció a toda prisa en la oscuridad de la noche.
¿Sería realmente algún informante que quería ayudarle a
cambio de una paga, o sería una trampa para coger al Enano que había escapado?
Puto Barzin,esta fuera de control.
ResponderEliminarmenos mal que sabe cuidarse.
Desde luego que no es un Enano usual. Ahora veremos a ver que decidis: confiará en el encapuchado o sacará a relucir su ingenio? VOTAD!!!
ResponderEliminarYo voto por que le sacará la información a golpes!! Menudo es el enano
ResponderEliminarAcude a la cita? Anotado entonces. Si no es correcto avisame, y muchas gracias por votar
ResponderEliminarIrá con el encapuchado
ResponderEliminarAnotado, gracias por votar. Por cierto, estoy notando que publicáis muchos comentarios en anónimo. Si tenéis algún problema para comentar con usuario Google plus hacedmelo saber a través del formulario y trataré de buscarle solución. Seguid votando que la encuesta está que arde.
ResponderEliminarUn saludo desde El Grifo de Sable
Esta claro que es una trampa
ResponderEliminarAnotado. En ese caso Barzin no confiará en el encapuchado, pero no dejará pasar la oportunidad de "hablar" con él, siempre a su manera. Seguid votando que sólo hay un voto de diferencia. Tenéis hasta el domingo para elegir
ResponderEliminarMe gustó el personaje de Barzin.
ResponderEliminarFeliz noche.