Entradas populares

28 de agosto de 2015

Relato de Barzin Mjordinsson

EL ENANO ERRANTE I - 
EL DESPERTAR





Se incorporó muy pesadamente. Estaba tumbado boca arriba, con un terrible dolor de cabeza y no recordaba absolutamente nada. Tenía el casco ladeado, que se quitó bruscamente para ver si se le despejaba un poco la cabeza, pero nada más lejos de la realidad. Tenía un sabor muy agrio en la boca, como a herrumbre, y todos los miembros entumecidos: había tenido sensaciones semejantes otras veces, pero nunca tan intensas. O un gigante había aporreado la montaña con él, o se había cogido la madre de todas las borracheras:
   ¡Oh!... ¡Joder!...  Esta vez ha sido una fiesta salvaje. Si agarro a ese engendro de goblin le aplasto la cabeza... ¡Vaya porquería de badrul me ha dado! — dijo con la voz áspera, mientras una arcada le venía a la boca.
Los Enanos eran famosos en el mundo entero por dos motivos: su trabajo en la forja que producía las armas legendarias protagonistas de las grandes baladas, y sus licores, protagonistas de las fiestas más salvajes. De entre todos esos ardientes e indomables licores, el más peligroso era el badrul: una mezcla de cerveza con aguardiente, aderezado con una destilación de copo invernal, una flor azul que crecía en las altitudes de los Colmillos del Dragón. Los guerreros solían brindar con cerveza antes de la batalla, celebraban con hidromiel después de la batalla, y sólo los más insensatos se atrevían a tomar un trago de badrul antes de ir a dormir. Barzin Mjordinsson llevaba un pellejo siempre en el cinto, para animarse el día, pero esta vez se le había ido la mano. Se echó la mano al cinto para ver si estaba el pellejo, pero lo vio vertido por el suelo, así que se dio cuenta de que no había sido el alcohol el causante de su resaca:
   Mierda... el alcohol no me lo regalan para que esté todo tirado por el suelo... — musitó Barzin. — Mi cabeza... juro que es como si cientos de nurgot furiosos me hubieran corneado hasta cansarse — Barzin se apretaba las sienes tratando de calmar el dolor.
Barzin Mjordinsson era un guerrero formidable que era parte de la Compañía Expedicionaria, un destacamento del ejército de Bigrostferr dedicado exclusivamente a la exploración de las montañas, ya sea buscando nuevas vetas de mineral que explotar como enemigos que comprometieran la seguridad de su reino. Su grupo lo formaban siete Enanos: el Capitán Gamin, los tiradores Fudin y Tarin, el ingeniero Bifin, los cazadores Hudin y Corlin y él mismo. No vio a ninguno de ellos por allí, aunque tenía la vista un poco nublada. Debía incorporarse para explorar, y debía hacerlo ya, nada ni nadie podría con él. Se apoyó sobre su brazo izquierdo, el del hacha, y trató de ponerse en pie. La respiración se le entrecortaba por el esfuerzo, pero se irguió con orgullo:
   Bueno... ya estoy de pie. Ahora pongám... ¡ugh! — el vómito le salió disparado sin ni siquiera darse cuenta de que le venía. Se limpió las babas de la barba — Ay... ¿cuándo coño he comido eso? — dijo mirando el vómito, y aunque le dio otra arcada ya no salió más. — Será mejor que le eche un trago a esto para entonarme — y cogió el pellejo y apuró las pocas gotas que quedaban, eructó y se dispuso a emprender la búsqueda.
Se colocó de nuevo el casco, se sacudió el polvo del que estaba cubierto y se ciñó sus armas al cinto: un hacha de una mano con runas talladas en la hoja, que había pertenecido a su familia desde hacía generaciones; y su pistola chapada en oro con munición de koldovun, para exterminar muertos vivientes y criaturas afines a la oscuridad. Se cargó su gran escudo a la espalda y comenzó a examinar el lugar: era una explanada en la ladera de una montaña, lugar muy apropiado para montar un campamento, y se lo confirmaron los restos de la hoguera que encontró. Pero no había nada que indicara que algún otro Enano estaba con él, porque no había petates, ni armas, ni ninguna otra pertenencia, y eso era muy raro. Tan sólo había un barril, y Barzin se aproximó a él:
   ¿Un barril? Montamos un campamento y dejamos... ¿un barril? Esto no tiene ningún sentido. Veamos qué hay — y Barzin se dirigió hacia él. Lo abrió. — ¡Alabado sea Brogan! Exquisito licor, que me alegrará la mañana.
Barzin sumergió literalmente la cabeza en el brandy que contenía el barril, y abrió la boca para tragar todo lo que pudiera. Siempre hacía eso cada vez que entraba en una fiesta, y todos los demás se avergonzaban de él, pero todos le respetaban por sus grandes habilidades para el combate. Bajo su hacha habían caído más de setecientas cabezas de Orcos, pues Barzin había combatido a dos Hordas en sus ciento cuarenta y ocho años de vida, era una leyenda viva. Quizá por eso le permitían desmadrarse, pues era uno de los pocos Enanos que habían combatido dos veces contra los Orcos, y el único zurdo, se le consideraba como un agraciado por los Dioses. Y ahora, ¿con qué cara volvería a Bigrostferr diciendo que había perdido a todos sus compañeros? Sería el hazmerreír:
   ¡¿Pero dónde coño se han metido?! ¡Salid ya! — gritó Barzin suponiendo que le estaban gastando una broma. — ¡Juro que cuando os encuentre os voy a patear el culo y mandaros con los orejas picudas! ¡Basta ya! — Hay que recalcar que entre los Colmillos del Dragón y el Bosque de Nandoraath hay más de mil kilómetros.
Un bosque de coníferas se extendía a su espalda, a su izquierda estaba la pared de la montaña, y al frente la ladera por la que debían haber subido. No era posible que toda la expedición fuera un delirio producido por el alcohol, no lo había soñado, tenía que encontrarlos. Se asomó por el borde de la cornisa y miró ladera abajo, y no vio nada. A simple vista, porque le pareció ver algo moverse entre los pinos de abajo, ¡quizás eran ellos y estuvieran heridos! Bajó a la carrera, venciendo el mareo y el malestar que sentía, sus hombres le necesitaban. Cuando llegó al borde del bosque de pinos vio horrorizado que no eran sus hombres lo que había visto, sino un enorme y desgarbado trol que le estaba acechando. Vio sus piernas enderezarse para lanzarse a por él, y sus brazos larguiruchos acabados en terribles garras cernirse sobre él:
   ¡Que me joda un golnash! ¡Lo que faltaba! — y echó a correr de nuevo hacia el campamento. Sus piernas cortas le dejaban en desventaja, así que debería correr a base de bien.
Los troles de los Colmillos del Dragón eran unas criaturas grandes, de al menos dos metros de altura, con brazos extremadamente largos acabados en unas garras afiladas y colmillos que asomaban por fuera de su boca. Pero todo lo que tenían de feroces también lo tenían de estúpidos. Quizá su intelecto no le dio para pensar que el Enano no llegaría antes que él si apretaba la carrera, pero se entretuvo y le dio a Barzin unos segundos preciosos que le permitieron llegar al campamento. El Enano sacó su hacha y su escudo y se preparó para una lucha encarnizada, pues el trol subía corriendo y rugiendo como preso de una locura asesina. Como esperaba, la primera acometida fue con la garra derecha, que llevaba toda la inercia de la carrera, pero el Enano la desvió hacia fuera y le propinó un hachazo en el costado derecho del trol, directo a las costillas, lo que hizo que el monstruo rugiera de dolor y se apartara de un salto. Estaba parado de frente a Barzin con los brazos abiertos, con una mirada de odio, y la herida del costado, antes con muy mal aspecto, comenzaba a regenerarse:
   Maldito cabrón... Bastante tengo con pelear con resaca que encima tengo que pensar como pararte tu puta regeneración... — dijo enfurecido. Golpeó el escudo dos veces con el hacha — ¡Ven aquí!
El trol entendió el desafío y lo aceptó. Se lanzó rugiendo con los brazos en alto y esta vez atacó con la izquierda, a lo que Barzin desvió hacia adentro esta vez, dando un paso a la derecha abriendo aún más hueco en la defensa del trol. Esta vez fueron dos hachazos los que le propinó en el estómago, haciendo que la criatura se doblara de dolor y le manara abundante sangre, pero se regeneraba igual de rápido que antes. La furia se apoderó del trol y se lanzó a la velocidad del rayo, lanzando un zarpazo que le abrió la defensa a Barzin, pero él colocó rápidamente el escudo y tiró un tajo intimidatorio para alejar al trol. Éste ya entendió la flaqueza del Enano y la aprovechó: agarró el escudo y  lanzó a Barzin por los aires unos cuantos metros, quedándose con el escudo en las manos y tirándolo ladera abajo. Barzin pensó con rapidez y descubrió la manera de acabar con el combate, aunque le doliera profundamente. Se abalanzó sobre el trol con el hombro por delante, y cuando notó contacto, empujó como si le fuera la vida en ello, lanzando al trol de espaldas contra el barril, que se rompió por el peso del monstruo. El trol trataba de incorporarse completamente empapado de alcohol, pero miró a Barzin y su estúpido cerebro llegó a comprender que el Enano le tenía justo donde le quería:
   Pase que quieras matarme, puedo llegar a comprenderlo. Pero lo que no te perdono es que derroches así el alcohol. — Y Barzin desenfundó su pistola y apuntó a la criatura. — ¡Jódete!
Disparó y la criatura estalló en llamas. Sus alaridos de dolor resonaban por todos los valles y las cumbres de la cordillera, y Barzin vio cómo se levantaba y trataba de llevárselo consigo en un último ataque desesperado, pero el Enano le esperaba. Le dio una patada en el pecho que le tiró de espaldas y le hizo rodar ladera abajo, como una enorme bola de fuego, hasta que se estrelló contra un pino y se rompió en pedazos ardientes esparcidos por la montaña. El Enano se dio la vuelta sin darle más importancia al combate y se puso a inspeccionar el terreno. Al no encontrar nada, miró a lo lejos y vio una aldea en el valle, lo que le dio una idea:


   ¿Y si han bajado a la aldea por alguna razón? ¿O quizá sigan por las montañas? Cuando los encuentre les voy a reventar las pelotas a patadas... ¡Y encima no tengo alcohol, joder!





Recuerda que debes votar en la encuesta por tu continuacion favorita

2 comentarios:

  1. Muy entretenida la historia, con el Trol como villano. Hay que ver que sucede después de acuerdo a los votos y principalmente a tu pluma e imaginación.
    Feliz día.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por comentar, Alejandra. He de decir que los trols son bestias recurrentes a batir por los héroes, y Barzin no se merecía menos. Actualmente están publicados los tres primeros capítulos, y este domingo publicaré el cuarto. Gracias de nuevo por tu participación.
      Feliz día.

      Eliminar