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28 de agosto de 2015

Tercer relato

LA SAGA DEL LADRÓN II - 
PAGO DE SANGRE




La noche estaba silenciosa, y eso ayudaba a que Hafiz disfrutara de su baño caliente. La habitación estaba iluminada por velas e incienso que conferían al ambiente un entorno onírico. Cerró los ojos y llamó a una de sus concubinas para que le deleitara con un exótico baile, esta noche sería la de Hadina. La joven vino tímidamente hasta ponerse a la vista de su señor y comenzó a bailar, lo que satisfizo a Hafiz:
    ¡Caramba, muchacha! Cada vez lo haces mejor. Si continúas haciéndolo así de bien, te dejaré meterte en la bañera conmigo — y Hafiz sonrió lascivamente, pero la chica enrojeció de vergüenza.
El baile continuó, y las ansias de Hafiz crecían con cada segundo que pasaba, era algo incontrolable. Comenzaba a hacer mucho calor en la habitación, y empezaba a condensarse una gran cantidad de vapor. Mandó llamar a un criado para que trajera té helado, para él y para su concubina. El hombre vino a la carrera, pues sabía que su amo era caprichoso y soberbio, y no sería la primera vez que mandase encerrar a un criado que no cumpliera sus deseos. Vino con una bandeja de oro en la que traía dos copas de té rojo con hielo, y se las tendió a su señor:
    Una es para mí, la otra para la chica. ¿No ves que está sudando? Si hasta el maquillaje comienza a deshacerse — dijo Hafiz iracundo. Era cierto que la chica tenía maquillaje por toda la cara, pero la pintura comenzaba a correrse. Aun así, ella no protestaba, tan sólo bailaba.
El criado se marchó rápidamente para no ofender más a su amo, pero éste sólo prestaba atención a los movimientos de la bailarina. Cuando sintió que ya no podía contenerse más, se levantó de la bañera, desnudo, y le dijo a la concubina:
    Tus movimientos son poesía, y tu cuerpo armonioso es irresistible. ¡Por Khalid, muchacha, ven a la bañera conmigo!
    Así lo haré, mi amo.
La joven se fue tras un biombo para desnudarse, pues era costumbre en esa tierra mantener el halo de misterio y seducción en todo momento, mientras la habitación comenzaba a llenarse más y más de vapor. Tras unos minutos esperando, Hafiz pensó que la chica tardaba mucho y se puso nervioso, pero se calmó al ver una silueta ondulante venir hacia la bañera, así que sonrió y reclinó su cabeza hacia atrás apoyándola en la bañera. Sintió que una mano le acarició el pelo, y se entregó al éxtasis. Pero de repente, notó un fuerte tirón del pelo hacia tras, y una daga curva apoyarse sobre su garganta:
    Buenas noches, viejo amigo — dijo una voz vagamente familiar. Hafiz abrió los ojos para distinguirla, y el vapor comenzó a disiparse. Lo reconoció.
    ¡Eres tú! Pero... no puede... ser. Tendrías que estar muerto — dijo Hafiz horrorizado.
    Eso es lo que habríais querido, pero gracias al Maestro, puedo cobraros lo que me debéis — la voz de Rafik era siniestra.
    Tú te llevaste el anillo. Tenías instrucciones precisas de entregárnoslo, y en cambio te lo quedaste. Sólo te dimos una lección.
    ¡¿Qué creías?! ¡¿Qué arriesgaría el pellejo robando al Viento Negro por un puñado de monedas?! Debía recibir una paga justa, y cogí lo que consideré oportuno — Rafik estaba furioso.
    No sabes lo que es ese anillo, insensato. Su valor es incalculable, y conozco millares de aventureros que pagarían un reino por tenerlo — dijo Hafiz indignado.
    El anillo no es una baratija para vender. Es una fuente de poder, y la morada de mi Maestro, al menos por ahora. Él me ha enseñado la sutileza del fuego, yo he provocado este vapor, es más, yo me he convertido en vapor y he vuelto a mi forma física. Mi cuerpo ya no se rige por las leyes mortales — y desapareció. Hafiz miró en todas direcciones buscando al ladrón y, por accidente, divisó dos ojos rojos en el humo. Al instante siguiente, Rafik volvía a tenerlo preso como antes, con la daga en el cuello. — ¿Lo ves?
    Está bien, Rafik. Quédate con el anillo... no tomaré represalias por esto — Hafiz intentaba tragar saliva. — Pero, por favor,... déjame vivir.
    Veamos... El anillo ya sabía que me lo quedaría. Lo de perdonarte la vida... sólo si me eres de utilidad — dijo Rafik jugando con él.
    Dime lo que quieres, soy muy rico, seguro que te lo puedo conseguir — suplicaba Hafiz.
    Quiero saber quién tiene el sable — dijo Rafik.
    ¿Qué sable? ¿De qué estás hablando? — Hafiz perdió los nervios.
    Vamos, Hafiz... Ya sabes de qué sable estoy hablando. Alguno de vosotros lo compró, y quiero saber quién. Te dejaré libre. — Hafiz comenzó a dudar y se rindió.
    Fue Yasuf. Él lo tiene. Estará guardado en su cámara subterránea. Te he dicho lo que querías, ahora déjame en paz — Hafiz lloraba de miedo.
    Así me gusta, Hafiz. Sabía que no me equivocaba cuando te llamaba amigo. Ahora sólo queda un último detalle...
    ¿Cuál? — preguntó Hafiz horrorizado.
    Verás, el Maestro está débil después de muchos siglos de cautiverio, y necesita recobrar fuerzas. Se alimenta de almas, y la mía ya la tiene porque yo se la entregué. Pero me he convertido, digamos, en una especie de cosechador para él — explicó Rafik.
    ¿Tu Maestro es la criatura que está sellada en el anillo? — dijo Hafiz sorprendido, pues ahora comprendía todo. Rafik le estiró la cabeza hacia atrás y le susurró al oído con malicia.
    Se llama Bendallah — y de un solo corte suave y lento le rajó la garganta a Hafiz, el cual trató de taparse la herida, mientras la bañera se llenaba lentamente de sangre. Rafik chasqueó los dedos y Hafiz estalló en llamas.
Subido en el tejado de la casa de Hafiz se recortaba en la noche la silueta de Rafik al-Sadam, que sacó del bolsillo en anillo y lo observaba con detenimiento. El rubí crepitaba como la hoguera de un campamento, un signo de satisfacción del Maestro. Aún quedaban cosas por hacer, pues su venganza no estaba completa...

2 comentarios:

  1. Muy buenos diálogos en esta historia.
    Feliz tarde y noche.

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    Respuestas
    1. Gracias, cuando tienes una historia que te gusta y has leído tanto de este género como yo, supongo que algo se pega xD.
      Buenos días

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