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28 de agosto de 2015

Quinto relato


LA SAGA DEL LADRÓN IV - 
EL SELLO ROTO


En la sala solamente estaban Rafik, Yasuf y al menos una veintena de cadáveres humeantes. La luna pálida asomaba por los enormes ventanales del palacio del Príncipe Mercader, dando una mortecina belleza a la escena, pues la única luz dentro del salón era la de los desgraciados que seguían ardiendo en el suelo, a modo de macabras antorchas.
    Hasta aquí llega tu vida, ¡oh, Glorioso Príncipe! — dijo Rafik con un tono sarcástico que traslucía una terrible amenaza.
    Veo que has sucumbido al poder de la criatura. Siempre dudé de si debíamos encargarte el trabajo a ti, hombrecillo — El tono de Yasuf no transmitía miedo, sólo serenidad.
    No creo que sea conveniente tanta soberbia ante alguien que le ha hecho esto a tus guardias — y señaló con orgullo a los cadáveres. — Y deberías mostrar más respeto por mi Maestro, pronto le conocerás... — y sonrió malévolamente.
    Sé perfectamente lo que es tu “maestro”: es un espíritu infernal que fue sellado por un brujo a ese anillo para aprovechar su poder elemental. Su sustento son las almas que se le ofrecen, y sin la protección adecuada, poseerá a quién se coloque el anillo. La protección que se necesita es ésta — y Yasuf alzó en el aire el sable de Ebenaro.
    Eso es precisamente lo que he venido a buscar — dijo Rafik.
    Entonces dile a Bendallah que se muestre — exigió Yasuf.
Rafik dudó, pero incitado por un impulso que le transmitió el elemental, accedió. Sacó el anillo de su bolsillo y le llamó. Bendallah se apareció ante los dos hombres, con gesto altivo y sonrisa de satisfacción.
    Saludos, anciano. Veo que eres un hombre culto, pero no sabio. Yo he ayudado a este pobre hombre a consumar su venganza en contra de aquéllos que le hicieron mal — dijo Bendallah en tono condescendiente con Rafik.
    Desde luego, las historias no te hacen justicia, poderoso Bendallah. Eres aún más manipulador de lo que creía. Utilizas en tu beneficio a este necio, y él aún te estará agradecido — dijo Yasuf.
    Eres tú quien utiliza a los demás en tu beneficio, así que no seas cínico conmigo. Tú utilizaste las influencias de los otros y la habilidad de Rafik para llegar hasta el anillo, y ellos están muertos y él... — Bendallah se detuvo.
    Continúa, por favor. Él, ¿qué? — Yasuf atacaría por ahí.
    Se ha convertido en una marioneta de su propia sed de venganza, y por culpa tuya — dijo Bendallah. — Sólo buscas alejarme de él — y Bendallah miró a Rafik. — Ya te advertí que iba a tratar de confundirte.
    Él es quién trata de confundirte, Rafik. Yo necesitaba de un talento como el tuyo para hacerme con el anillo y poder destruirlo para librar al mundo de este demonio. Ahora podemos hacerlo juntos, podemos redimirnos por la sangre con la que hemos manchado nuestras manos, pero debes querer hacerlo — dijo Yasuf a Rafik tratando de hacerle entrar en razón.
    ¡No le escuches! ¡Yo te lo he dado todo y él ha querido matarte, estúpido! — dijo Bendallah furioso, mientras la duda inundaba a Rafik.
    Escúchame, Rafik — dijo Yasuf en tono calmado. — Si no crees lo que te digo, entonces te lo demostraré. — Yasuf arrojó el sable al suelo y extendió sus brazos en cruz — ¡Oh, Bendallah el Grande, yo te ofrezco mi cuerpo y mi espíritu si lo deseas! Seré el contenedor de tu poder si es tu voluntad. — Yasuf estaba entonando un conjuro de invocación. Rafik estaba perplejo, Bendallah, muy complacido y sonriente.
    Maestro... ¿no me irás a abandonar?... — Rafik notaba que se le humedecían los ojos. Bendallah se giró hacia él.
    Has cumplido tu cometido, pero no rechazaré obtener una puerta al plano físico a través de un poderoso mago para limpiarle los mocos a un pusilánime — y Bendallah sonrió mostrando sus afilados colmillos. Rafik se sintió vacío de pronto.
El rubí del anillo comenzó a brillar intensamente, como si de una estrella se tratara, hasta que estalló en mil pedazos. Un torbellino de vapor rojizo, llamas y vientos ardientes comenzó a inundar la estancia, creciendo sin control y subiendo hacia el cielo como un tornado, destrozando el techo como si fuera de papel. Bendallah se fundió con esos vientos, y se materializó en una forma gigantesca en el cielo de la ciudad, mostrando todo su poder desatado. Yasuf y Rafik observaban aterrorizados lo que ocurría:
    ¡¿Qué es lo que has hecho, maldito?! ¡Nos has condenado a todos! — dijo Rafik encogido de miedo.
    Tú simplemente debes hacer lo que te diga — dijo Yasuf muy sereno.
De pronto, todo el despliegue mágico comenzó a concentrarse en el salón y comenzó a entrar en el cuerpo de Yasuf a través de su nariz y boca. Una vez concluida la posesión, Yasuf se irguió en toda su estatura. Sus ojos brillaban con un rojo carmesí, y adquirió la sonrisa llena de colmillos propia de Bendallah.
    Por fin. Es hora de disfrutar de este mundo — dijo Yasuf con una voz profunda y siniestra. Miró a Rafik con desprecio. — ¿Aún sigues ahí?
Yasuf paseó tranquilamente hasta donde estaba el sable, lo recogió del suelo y lo miró curioso:
    Qué ironía. Tantos años preguntándome que se sentiría al sostener un arma capaz de doblegarme, y resulta que no es nada especial, simplemente un trozo de metal — dijo Yasuf. Pero repentinamente se quedó como congelado y miró a Rafik. El brillo de sus ojos desapareció y habló — Toma — y le lanzó el sable a Rafik — ¡MÁTAME!
De nuevo Bendallah volvió a tomar el control de Yasuf y miró aterrorizado a Rafik, el cual, sintiéndose traicionado por el demonio, se lanzó a la carrera hacia él, con la punta del sable por delante. En cuanto notó que el acero hendía la carne, empujó con todas sus fuerzas hasta atravesar de lado a lado a Yasuf. Rafik descargó toda su rabia en la estocada, y a la vez observaba cómo el brillo desaparecía de los ojos de Yasuf, lo que indicaba que Bendallah había sido destruido para siempre. Sacó el sable del cuerpo de Yasuf y le recostó sobre el suelo para escuchar sus últimas palabras:
    Lo has hecho... bien, muchacho. Gracias a ti... el mundo estará... a salvo — le dijo Yasuf, agradecido.
    Yo no quería que nada de esto pasara — dijo Rafik, con los ojos llenos de lágrimas.
    Fuiste engañado... No es culpa tuya. Ahora eres libre — y Yasuf murió.
Rafik miró a su alrededor, viendo la destrucción y la muerte que sus actos habían traído. No tenía nada, ni siquiera alma. Con paso pesaroso se asomó a los restos de los ventanales, justo a tiempo para ver el amanecer.
    Una vez más, el fuego viene a mi encuentro. Aunque este no es un fuego que consuma, sino uno que reconforta... — y Rafik cerró los ojos para sentir el calor del alba. Los abrió de nuevo — Es una hermosa visión... sin duda.
Rafik pensó en cada víctima que le ofreció al demonio para alimentarlo. En su momento pensó que lo merecían, y ahora sabía que aún quedaba una más. Se dio la vuelta en el borde del ventanal y se arrojó al vacío. Durante los quince metros de caída, Rafik no dejó de sonreír, pues se sentía en paz.
















2 comentarios:

  1. Rafik tuvo una muerte liberadora. Muy buena esta parte de la historia.
    Feliz descanso.

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    1. Me pareció un final justo aunque me dio un poquito de pena. Gracias por tu comentario Alejandra

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